Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen. Pr 6.23

¡Oh, qué amigo nos es Cristo!

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Joseph Scrivin nació en Dublín, Irlanda, en 1820. Después de graduarse en Dublin Trinity College (Colegio Trinidad de Dublín), este joven tenía grandes planes y expectativas. Como un hombre joven aspiraba seguir los pasos de su padre en la Marina Real, pero su mala salud lo hizo imposible. Entre sus planes estaba el casarse con su hermosa novia, que era irlandesa, y así comenzar un hogar cristiano; además, poner en práctica la carrera que él había estudiado, comenzando un negocio. Todos estos planes nunca llegaron a llevarse a cabo porque una tragedia vino a su vida. Su futura esposa accidentalmente se ahogó el día antes de la boda. Cuando Joseph Scrivin vio que estaban sacando del agua el cuerpo de su novia, él entró en un trauma que, en parte, quedaría con él por el resto de su vida.

Joseph Scriven era un hombre experimentado en quebranto. Para poner la mayor distancia posible entre él y esa tragedia, Scriven luego se trasladó a Canadá en donde entregó su vida para ayudar a los menesterosos. Algunos lo veían un poco extraño, pero para muchos que ayudó, él fue la respuesta divina de las muchas oraciones que elevaron a Dios. Mientras vivía allí, él se comprometió de nuevo, pero su novia se enfermó y murió antes de que pudieran casarse. En su dolor, Scriven decidió dedicarse a una vida de servicio. Fue especialmente conocido por llevar una sierra Buck y cortar leña para las personas necesitadas.

Después de haber pasado diez años en Canadá, el joven Scrivin recibió un mensaje de su madre,
quien se encontraba en gran prueba. Para animar a su madre, Scrivin escribió un poema titulado: “El Amigo Que Entiende”. Esto sucedió en el 1855, y durante aquel tiempo apareció un himno titulado: “Oh, Que Amigo Nos Es Cristo”. La música era atribuida a C.C. Converse, pero su autor era desconocido. Fue hasta 1880 que el misterio fue resuelto; “Oh, Que Amigo Nos Es Cristo” fue el poema que Joseph Scrivin le había enviado a su madre. Y este hecho fue confirmado cuando un vecino del Sr. Scrivin encontró el original del poema en la habitación del Sr. Scrivin mientras éste se encontraba enfermo; se le preguntó al Sr. Scrivin si él había sido el autor del poema, él insistió que él lo había escrito, con la ayuda del Señor.

Nadie sabe cuándo fue la primera vez que este himno fue publicado, pero es lógico suponer que la madre del Sr. Scrivin lo divulgó con sus amistades y alguien lo envió para publicación en un periódico, donde fue encontrado por el Sr. C.C. Converse quien le dio la música hasta el día de hoy.

El señor Ira D. Sankey nos relata el hecho de cómo este himno llegó hasta nosotros.
“A mi regreso de Inglaterra en 1875, tuve la oportunidad de unirme a P. P. Bliss para la publicación del himnario Gospel Hymns #1 (Himnos Evangélicos # 1). Después de terminar los arreglos con el impresor, tuve la oportunidad de encontrar este himno en un pequeño libreto de himnos, y determiné que sería bueno publicarlo en nuestro himnario. Puesto que el compositor de la música era mi amigo C.C. Converse, me tomé la libertad de quitar una de sus composiciones, que ya estaba para publicarse en nuestro himnario, y la substituí por “Oh, Que Amigo Nos Es Cristo”. Así, uno de los últimos himnos compilados en el himnario llegó a ser uno de los himnos favoritos del pueblo cristiano”.

“Inicialmente, las palabras del himno fueron atribuidas a otro autor, y no fue hasta siete u ocho años después, que se conoció que el autor fue Joseph Scrivin”.

La letra del himno

¡Oh, qué amigo nos es Cristo!
¡Oh qué amigo nos es Cristo!
Él llevó nuestro dolor,
Él nos manda que llevemos
Todo a Dios en oración.
¿Está el hombre desprovisto
De paz, gozo y santo amor?
Esto es porque nos llevamos
Todo a Dios en oración.
¿Estás débil y cargado
De cuidados y temor?
A Jesús, refugio eterno,
Díle todo en oración.
¿Te desprecian tus amigos?
Cuéntaselo en oración;
En sus brazos de amor tierno
Paz tendrá tu corazón.
Jesucristo es nuestro amigo:
De esto prueba nos mostró,
Pues para llevar consigo
Al culpable, se humanó.
El castigo de su pueblo
En su muerte él sufrió;
Cristo es un amigo eterno;
¡Sólo en Él confío yo!


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