Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen. Pr 6.23

El propósito de las tribulaciones

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Existen  respuestas Bíblicas suficientes  para entender  un  poco  el  dolor,  y  para que aprendamos a beneficiarnos  de  las tribulaciones.  Las  páginas siguientes  nos muestran  que  aunque  puede  que el  cielo  no conteste todas nuestras preguntas, sí nos da las respuestas que necesitamos para confiar y  amar a  Aquel  que,  en  nuestro  dolor,  nos  pide  que nos acerquemos a Él.

Mas el Dios de toda gracia,  que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,  después que hayáis padecido un poco de tiempo,  él mismo os perfeccione,  afirme,  fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.  Amén. 1 Pedro 5:10-11.

Introducción

Una de las preocupaciones constantes de nuestra cultura es la pregunta:  "¿Por  qué  le  pasan  cosas malas  a  la  gente  buena?"

Esta preocupación  tiene  que  ver  con  el  hecho  de  que  las  personas  no  están dispuestas  a reconocer,  en  primer  lugar,  que  son  pecadores  y  en segundo lugar, que viven en un mundo rendido y entregado al pecado. El hombre tiene una elevada opinión de sí mismo, y de acuerdo a esa elevada idea de lo que cree ser, de alguna manera le parece inconcebible que algo  malo  le deba suceder.  Después  de  todo, se  idealizan como gente buena.

Inclusive  entre  los  mismos creyentes  hay  quienes expresan las mismas  inquietudes,  vistas no desde el punto de vista Bíblico, sino desde  una  perspectiva  religiosa.  Tristemente, dolorosamente debemos decir que existen entre los creyentes las mismas preocupaciones y las mismas preguntas que se plantean los incrédulos.

  • ¿Por qué  le  pasan  cosas  malas  a  la  gente  buena?  o
  • ¿Dónde  está  Dios  en medio de mi angustia? o
  • ¿Cómo  debo  entender a  Dios, cuando todo lo que se supone es exclusivo de su trato con su pueblo no está sucediendo?

Se podría pensar que la respuesta a la pregunta es un tanto oscura; pero más  bien  podríamos responderla de forma  breve y resumida. Podríamos decir que: “Las aflicciones le suceden a  la  gente buena a causa del pecado. Vivimos en un  mundo  de  pecado  y  nosotros  mismos somos pecadores”. Ciertamente esta  no es  una  respuesta  del todo satisfactoria,  ya  que  no  contiene  suficiente información  para  resolver algunas dudas  que dificultan  la  comprensión de este  tema. Así que vamos  a  estar desarrollando el tema con mayor profundidad.

Entonces, existen calamidades que les suceden a los hijos de Dios. Ninguno  de  nosotros  podría cuestionar que este hecho es cierto, todos hemos experimentado dificultades, pruebas y tribulaciones en un grado u otro. Estamos conscientes de que estas cosas suceden.

La pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué Dios  permite  que  estas  pruebas,  tribulaciones  acontezcan  a su pueblo? Con la ayuda de Dios vamos a exponer seis puntos de vista Bíblicos en respuesta a esta pregunta.

Dios permite las tribulaciones para perfeccionar su fe.

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas,  y por quien todas las cosas subsisten,  que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria,  perfeccionase por aflicciones al autor [Pionero] de la salvación de ellos”, Hebreos 2:10.

Es bueno que nos conozcamos a nosotros mismos, nuestra debilidad y pecaminosidad para no enorgullecernos ni confiar en nosotros mismos, y que siempre vivamos dependiendo de la gracia divina. Es por eso que Dios permite las pruebas de manera que podamos ser perfeccionados así como lo fue Cristo, aun cuando era sin pecado.

Job  fue probado  más allá  de toda  imaginación; él era un hombre muy rico, y en un solo día Job pasó de ser un millonario a ser un desarrapado; el mismo día perdió todo lo que tenía y todos sus hijos fueron asesinados. Posteriormente fue herido  con  una  enfermedad  grave.  Todo  su  mundo se derrumbó. Esa sí que fue una prueba extrema. En medio de todo esto, como metiendo el dedo en la llaga, su  esposa  le  dice: "¿Todavía intentas conservar tu integridad? Maldice a Dios y muérete" (2:9) NTV, pero Job tenía una fe probada y pudo exclamar: "aunque él me matare,  en él esperaré"(13:15);  esa es la clase de fe que usted y yo necesitamos una fe inconmovible, sin importar las circunstancias.

Habacuc  tenía  un  dilema  que  estaba  más  allá  de  su compresión.  Estaban  sucediendo  cosas terribles  en  Israel.  Dondequiera que miraba veía destrucción y violencia; estaba rodeado de personas que solo les gustaba discutir y pelear. Y el profeta Habacuc estaba llorando y clamando a Dios decía: "¿Hasta cuándo,  oh Jehová,  clamaré,  y no oirás;  y daré voces  a  ti  a  causa  de  la violencia,  y  no  salvarás?", (1:2).  Y  Dios  le  dio  una respuesta desconcertante. Dios no solo le da a entender que no traería  avivamiento,  sino  que  iba  a  traer  a  los  caldeos,  que  son peores que los hijos de Israel, y que iban a actuar como los verdugos de los Judíos. Ahora su problema era considerablemente más complejo:

  • El  problema  número  uno:  ¿por  qué  Dios  no  avivaba  a  su pueblo? 
  • El  problema  número  dos:  si  Dios  no  va  a  avivar  a  su  pueblo, ¿cómo es que Él usa las peores personas del mundo para ser sus jueces? 

Y  cuando  todo  esto  estaba  rondando  en  su  mente  y  el  caos  le  estaba  dominando, el Señor le declara un principio elemental: "El justo por la fe vivirá".

Y al final de esta breve profecía de Habacuc dice: "Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los  labrados  no  den  mantenimiento,  Y  las ovejas  sean  quitadas  de  la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo,  yo me alegraré en Jehová, Y  me gozaré  en el Dios  de mi  salvación. Jehová  el Señor  es mi fortaleza,  El  cual  hace mis  pies  como  de  ciervas,  Y  en  mis  alturas  me hace andar", Habacuc 3:17-19. Él aprobó la prueba pero su fe tuvo que sufrir.

Y  una  de  las  cosas  que  Dios  está  haciendo  al  traer  estas  pruebas  a nuestras  vidas  es fortalecer nuestra  fe. Él está solidificando tus  convicciones, tu  esperanza  cuando  te pone  a prueba. Ninguna de estas pruebas, ninguna de estas aflicciones tiene como objetivo hundirnos, sino transformarnos. No pretende vencernos, sino hacernos vencedores; tampoco debilitarnos, sino fortalecernos. La vida cristiana es como la del atleta; cuanto más duro se entrena, tanto más preparados se encuentra, porque sabe que estará dispuesto para realizar un esfuerzo que le conduzca a la victoria.

Dios  permite  las  tribulaciones  para  que  dejemos  de  depender  del mundo.

Dios va a estar trabajando  en nuestras vidas para ayudarnos a romper  las  ataduras  que  tenemos con el  mundo;  nuestra naturaleza caída tiene la tendencia a confiar en las cosas del mundo, en los recursos del mundo. Bien pueden ser  la filosofía, el dinero, el poder, el prestigio, las amistades o cualquier otra cosa. Y el Señor  permite  que  vengan  pruebas,  con el  fin  de  que  podamos desligarnos de la confianza en las cosas del mundo.

Voy a darles un ejemplo;  en Juan capítulo 6 dice que había una multitud que seguía a Jesús por causa de las señales y los milagros que Él hacía. Y en el versículo 5 de Juan 6, dice: "Cuando alzó Jesús los ojos,  y vio que  había venido a él gran multitud, dijo  a Felipe: ¿De  dónde compraremos  pan  para que  coman  éstos?"  Entonces Felipe hace  inmediatamente un  cálculo  mundano.  "Doscientos denarios  de  pan  no bastarían  para  que  cada  uno  de  ellos  tomase  un  poco”.  En  otras palabras, Felipe tuvo la oportunidad de decir: "Señor, Tú eres el Dios de la creación, ¿cuál es el problema? ¿Quieres darles de comer?, tu puedes darles de comer”. Tuvo la oportunidad perfecta para demostrar  que  había  sido  desconectado  de  la  confianza  en  el  mundo;  sin embargo  no  era  así. Sus cálculos le decían que era imposible alimentarlos.  Ahora el  versículo  6 dice: "Pero  esto  decía para  probarle"; Cristo deseaba hacerle  notar que aún  seguía confiando en sus sentidos.

El Señor nos llevará a situaciones similares,  en  las  que  no  tenemos  ninguna  capacidad  en nosotros mismos, donde no hay recursos humanos, donde no hay a dónde ir, sino solamente  a Cristo; de  manera  que  podamos  ser  desligados  de  la confianza en las cosas del mundo. Las pruebas harán eso en usted. Ellas nos arrancarán de esa confianza en las cosas pasajeras.

Dios  permite  las  tribulaciones  para  llenarnos  de  esperanza celestial.

Romanos 5:3 dice: "también nos gloriamos en las tribulaciones,  sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza".

Dios desea llenar nuestros corazones con la anticipación de la vida  gloriosa que está por venir; de manera que entonces  deberemos vivir una vida en esperanza.

¿Quieres no ser decepcionado jamás en la vida? es decir: ¿Quieres absolutamente nunca ser decepcionado  en la vida?  Entonces vive en esperanza celestial. Y no importa lo mal que la estés pasando aquí,  no importa.  No serás  decepcionado jamás  porque  no estás poniendo la mirada en las recompensas que ofrece este mundo. La forma de nunca estar decepcionado en esta vida es colocar la mirada en las cosas de arriba, donde está Cristo. Entonces cuando Él se manifieste seremos manifestados con Él en gloria.

Las pruebas producen paciencia o resistencia. La resistencia se acumula hasta  obtener  un  carácter probado. El carácter  probado  entonces  vive en  la  esperanza. Es entonces cuando usted podrá expresar como el apóstol Pablo: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, Romanos 8:18.

También podremos  decir  como  Pablo: "aunque  este  nuestro  hombre  exterior  se  va desgastando, el interior no  obstante  se renueva de día  en  día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven;  pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas",  2  Corintios  4:16-17.

Entonces sufrir, sufrir no es un problema. Sufrir en este mundo, no es significativo. Podemos aceptar todo el sufrimiento que nos quieran dar por amor  a Cristo;  porque  aunque  estoy siendo golpeado en la vida presente, estoy acumulando recompensas eternas en la vida venidera. Cada golpe, cada herida, cada cicatriz, cada desprecio, cada calumnia, cada injusticia, produce  en  nosotros  un  excelente  y eterno  peso  de  gloria.

Las  pruebas  nos  conducen  a  una  esperanza  celestial.  En  primer  lugar ponen a prueba nuestra fe, entonces nosotros dejamos de depender de las cosas del mundo, y ellas nos conectan al cielo. El cielo se vuelve aún más dulce cuanto más tiempo se vive y soporta la carga de las pruebas en esta vida.

Dios  permite  las  tribulaciones  para  mostrarnos  lo  que  realmente amamos.

Mateo, en el capítulo 19 versos 16 al 22, nos narra la historia de un joven que buscaba la vida eterna y le preguntó: "¿Qué debo yo hacer?”, a lo que Jesús le dijo que cumpliera los mandamientos. El hombre le preguntó qué clase de mandamientos. Jesús entonces le citó cinco de los diez mandamientos. La respuesta del joven fue que él había cumplido esos mandamientos; y sin embargo había todavía algo que él sabía que debía tener y no tenía. Así que Jesús le dijo que vendiera todo, que lo diera a los pobres y que Le siguiera.

Ahora deseo que observe la reacción de este joven: “Oyendo el joven esta palabra,  se fue triste, porque tenía muchas posesiones”.

Dios  desea  revelar  donde  está  nuestro  corazón,  donde están  nuestros  verdaderos  intereses.  Y todo  esto  es  parte  de  nuestra santificación. Las pruebas sacarán a la luz lo que es más valioso para usted. Si  llevar  la  cruz  y  el  vituperio  de  Cristo  es  lo  más  precioso, entonces podrá sufrir la pérdida de cualquier cosa por amor a Cristo.

Pero si el dinero es lo más preciado, entonces cuando los ahorros donde está  su  dinero  se  reduzcan o  cuando  una  depresión  le  golpee,  usted estará pasando por un gran momento de desesperación. No podrá entender que  el  Señor  está trabajando en su vida modelando y conformando  su carácter a la  imagen  de Jesucristo.

Las pruebas, los problemas, las dificultades en la vida siempre revelarán lo  que más amas. Si se trata de su  apariencia física, la figura, los pechugones, los músculos, si usted está  en  ese  tipo  de  cosas y eso  es  lo  más  importante  para  usted,  la enfermedad  lo  abrumará.  Pero si usted ama  los propósitos  de  Dios,  la santidad más  que  cualquier  otra  cosa,  usted podrá  aceptar  lo  que  Dios traiga  a  su  vida  sea  un  mal  físico  o enfermedad como algo que Él tiene en Sus propósitos para la gloria de Cristo  y  su  propia  santificación.  Usted  encontrará  por  medio  de  las pruebas de la vida la revelación de lo que es más valioso para usted.

Dios permite las tribulaciones para desarrollar su fortaleza espiritual y  alcanzar  un  mayor  rendimiento.

Santiago  1:2-4  dice: "Hermanos míos: considerad un gran privilegio siempre que os veáis involucrados en toda clase de pruebas; porque sabéis muy bien que la prueba de vuestra fe produce una constancia a toda prueba. Y dejad que esa constancia alcance su plenitud haciéndoos perfectos y completos y en nada insuficientes".

Esto es un proceso. La prueba, de la cual se habla aquí tiene como objetivo, que quien sea sometido a la prueba surja de ella más fuerte y más puro.

El cristiano debe esperar que las pruebas le introduzcan a empujones en la vida cristiana. Se nos presentarán todos los sondeos imaginables. Habrá la prueba de dolor, de desilusiones, de seducciones, de peligros, de impopularidad y así sucesivamente. Pero nada de eso nos viene para hundirnos, sino para capacitarnos.

No oremos entonces pidiendo a nuestro Entrenador celestial que elimine la aflicción, la prueba.

Dios  permite  las  tribulaciones para  capacitarnos  y  poder  ayudar  a otros  en  sus  tribulaciones.

El apóstol Pablo  en  2  Corintios  1:3-4 dice: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,  Padre de misericordias y Dios de toda consolación,  el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones,  para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios".

Otra de  las  razones  por  las  que  tenemos pruebas es que Dios puede acercarse en medio de nuestras dificultades y fortalecernos, para luego poder ir a otros que están pasando por las mismas pruebas y ofrecerles el mismo consuelo con el cual Dios nos consoló.

La manera en cómo seremos capacitados le corresponde a Dios. Pedro tuvo que ser tratado severamente de manera que él pudiera alcanzar la medida para el trabajo que Cristo le había preparado.

En Lucas 22:31 Jesús le dijo: "Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti,  que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”.

Jesús le dijo a Pedro algo muy hermoso: "Cuando hayas vuelto a tu puesto, ayuda a tus hermanos a mantenerse firmes". Es como si le dijera: "Me vas a negar, y llorarás amargamente; pero el resultado será que estarás mejor capacitado para ayudar a tus hermanos que tengan que pasar por lo mismo". El experimentar la vergüenza del fracaso no es sin fruto, porque nos da la compasión y la comprensión que no tendríamos de otra manera.


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