Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen. Pr 6.23

Abdías - El juicio divino es causado por falta de misericordia

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A causa de la violencia con la que trataste a tus parientes cercanos de Israel, te llenarás de vergüenza y serás destruido para siempre. Cuando tus parientes fueron invadidos, te mantuviste al margen y te negaste a ayudarlos.  Los invasores se llevaron su riqueza y echaron suertes para repartirse Jerusalén,  pero tú actuaste como un enemigo de Israel. No debiste alegrarte cuando desterraron a tus parientes a tierras lejanas. No debiste gozarte cuando el pueblo de Judá sufría semejante desgracia. No debiste hablar con arrogancia en ese terrible tiempo de angustia. No debiste saquear la tierra de Israel mientras ellos sufrían semejante calamidad. No debiste regodearte de su destrucción mientras sufrían semejante calamidad. No debiste robar sus riquezas mientras sufrían semejante calamidad. No debiste pararte en la encrucijada para matar a los que intentaban escapar. No debiste capturar y entregar a los sobrevivientes  en su terrible tiempo de angustia. Abdías 1:10-14.

Introducción

Hoy tenemos como objetivo examinar otro párrafo de la profecía de Abdías. Vamos a estar estudiando los versículos de Abdías 1:10-14.

Los libros proféticos del Antiguo Testamento son mensajes inspirados y enviados por diferentes predicadores, quienes fueron llamados por Dios a este ministerio profético, para llevar Su palabra a su pueblo y a otras naciones que también están bajo Su autoridad. Los profetas ejercieron su ministerio en el mismo período de tiempo comprendido en los libros históricos; especialmente los libros de Reyes y los libros de Crónicas. La mayoría de ellos proclaman la voluntad de Dios a los descendientes de Abraham, hebreos, identificados como los israelíes y los judíos. Sin embargo algunos de ellos en sus escritos tienen también referencia a otras naciones. El libro de Abdías es un libro profético sobre la gente de Edom, descendientes de Esaú, el primogénito de Isaac.

Los libros proféticos incluyen referencias ocasionales al futuro, especialmente profecías acerca de la primera venida de Jesucristo. Los primeros cinco de estos libros porque son más largos, son conocidos como los profetas mayores. Isaías escribió unos 700 años antes de Cristo y se utilizó la caída de Israel (la mayor parte de los descendientes de Abraham) para advertir a Judá (las otras tribus) que necesitaban arrepentirse. Jeremías llegó unos 100 años más tarde y dio la última advertencia de Dios para el pueblo rebelde de Judá antes de su caída. Jeremías también escribió Lamentaciones, un libro de duelo a causa de la destrucción de Jerusalén. Ezequiel y Daniel estaban entre los cautivos de Judá en Babilonia. Instaron al pueblo al arrepentimiento y la confianza de que Dios los iba a rescatar de su cautiverio.

Hay que recordar que los restantes doce libros del Antiguo Testamento son llamados los Profetas Menores porque son más cortos. Sus mensajes son también muy significativos e importantes. Algunos de ellos fueron escritos en la época de la caída de Israel (Amós, Oseas y Miqueas), mientras que otros fueron escritos en el momento de la caída de Judá (Sofonías y Habacuc). Joel advirtió al pueblo de Judá acerca de la necesidad de arrepentimiento. Jonás y Nahum hablaron de las consecuencias de los pecados de la gente asiria, la gente de Nínive; en tanto que Abdías advirtió a los edomitas sobre su inminente castigo. Los tres últimos profetas del Antiguo Testamento (Hageo, Zacarías y Malaquías) animaron a las personas que habían regresado del cautiverio para servir fielmente a Dios. Después de haber hecho este breve resumen, podremos entender mejor el contexto de esta profecía contra Edom. Dios llamó a Abdías, probablemente un profeta del reino del sur, para declarar Su juicio contra Edom.

Además de Abdías, otros profetas trajeron mensajes contra Edom. Por ejemplo, en Ezequiel donde se lee esta declaración: “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte de Seir, y profetiza contra él, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh monte de Seir, y extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en desierto y en soledad. A tus ciudades asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy Jehová. Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo, por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, que a sangre te destinaré, y sangre te perseguirá; y porque la sangre no aborreciste, sangre te perseguirá. Y convertiré al monte de Seir en desierto y en soledad, y cortaré de él al que vaya y al que venga. Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, en tus valles y en todos tus arroyos, caerán muertos a espada. Yo te pondré en asolamiento perpetuo, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que yo soy Jehová. Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; estando allí Jehová; por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, yo haré conforme a tu ira, y conforme a tu celo con que procediste, a causa de tus enemistades con ellos; y seré conocido en ellos, cuando te juzgue. Y sabrás que yo Jehová he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: Destruidos son, nos han sido dados para que los devoremos. Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo oí. Así ha dicho Jehová el Señor: Para que toda la tierra se regocije, yo te haré una desolación. Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fue asolada, así te haré a ti; asolado será el monte de Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy Jehová”, Ezequiel 35:1-15.

En Joel, leemos esta frase: “Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente”, Joel 3:19. Del mismo modo encontramos esa reprensión en las palabras del profeta Miqueas al referirse a la actitud de Edom que no dejó pasar a Israel por su territorio cuando caminaba hacia la tierra prometida (cf. Números 20:14-21). Este fue el mensaje de Miqueas: “Por eso yo también te hice enflaquecer hiriéndote, asolándote por tus pecados”, Miqueas 6:13.

Debido a que Edom no actuó misericordiosamente hacia su hermano Israel/Judá, Dios lo condenó irrevocablemente. Cuando leemos estos versículos sobre los cuales vamos a reflexionar, entendemos por qué el título de este estudio: El juicio divino es causado por la falta de misericordia.

En el texto de Abdías encontramos una etapa más acerca de la condena hacia Edom luego de haber observado su ruda actitud frente a la consternación de Israel/Judá. A lo largo de la Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento observamos que existe un espíritu de contienda, hostilidad, combate. El diablo está combatiendo contra nosotros, contra el pueblo de Dios con todas sus fuerzas. Él es el enemigo, es necesario entonces percibir que estamos en guerra y que debemos luchar con diligencia por la fe que una vez nos fue dada (Judas 3). Satanás ha introducido ampliamente la idea de que todo está bien, que no existen actitudes equivocadas en los procederes humanos, con la finalidad de depositar aún más orgullo en el corazón de las personas, que por naturaleza ya son orgullosos y deteriorar de esta manera la dependencia de Dios. El diablo quiere mostrarnos algo bueno en todo lo que hacemos. Él trata de colorear nuestras actitudes en tonos de gris. Sin embargo, la Biblia, está llena de un fuerte lenguaje contra el pecado y la falsa modestia.

Muchas de las palabras que Cristo le dijo a los fariseos, en el mundo “modernizado” de hoy son interpretadas como de cristianos de poca categoría; ejemplo de ello lo encontramos en Mateo 23. Esto nos lleva a reflexionar en lo que se ha convertido el cristianismo y si Cristo está siendo excluido. Pasajes como Tito 1, 2 Pedro 2; Judas; Apocalipsis 2:6; 19:1-6 son muy fuertes en cuanto a la batalla contra el error y en contra de los que lo propician. No deberemos ceder o armonizar con ellos, ni con sus prácticas. Cuando la iglesia de Laodicea intentó comprometer la verdad del evangelio (Apocalipsis 3:14-22), en la práctica ella dejó al Señor del lado de afuera llamando a la puerta de Su propia iglesia exhortándoles que le permitieran entrar. Nuestras alianzas pueden colocar al Señor a un lado de nuestras vidas. Nuestros puntos de vista distorsionados pueden hacernos llegar al punto de rechazar los principios del Evangelio.

Cuando el mundo dice que hay que: "aprovechar las oportunidades", cuando el mundo dice que: "No podemos dejar pasar la oportunidad", estamos siendo conducidos a eludir las condiciones de nuestro prójimo, incluso en una situación de peligro, de dificultad, de abatimiento. Lo que el mundo enseña es que debemos exhibirnos poderosos y fuertes en todas las situaciones, aun a costa de hundir más a nuestro hermano, o prójimo. El mundo inculca la idea de egoísmo, y nosotros nos dejamos envolver.

Sin embargo, así como satanás trata de atraernos a lo malo, Dios, en infinita gracia, bondad y misericordia nos llama siempre la atención y nos advierte en contra de nuestras malas obras. En los días del Antiguo Testamento, en época de los profetas, estos hombres fueron usados por Dios para llamar la atención, no sólo de su pueblo, sino también de otras naciones por los pecados de orgullo, egoísmo e insensibilidad, como lo vemos en este caso particular, en las palabras de Abdías contra la nación edomita.

La expresión "A causa de..." era parte del vocabulario de los profetas, y era la explicación que Dios daba a su pueblo u otras naciones acerca de los juicios venideros que Él haría de derramar sobre los injustos y malvados. Dios desea enseñarnos que tenemos un patrón de vida que seguir; nos ha proporcionado unas normas de comportamiento para modelar nuestras motivaciones, actitudes y reacciones. Siendo que nuestro Dios es Santo, debemos ser santos. Siendo nuestro Dios perdonador, debemos perdonar, siendo misericordioso debemos actuar con misericordia.

Debido a que, a menudo, actuamos como los edomitas, insensibles al sufrimiento de los demás, el principio que este texto nos presenta como desafío  se observa en la siguiente frase: La falta de misericordia para con los abatidos resultará en el juicio divino contra el insensible.

Vamos a encontrar en este texto, tres consecuencias causadas por la falta de misericordia.

La vergüenza por la crueldad, v. 10

A causa de la violencia con la que trataste a tus parientes cercanos de Israel, te llenarás de vergüenza y serás destruido para siempre.

En el versículo 10, encontramos nuevamente el fundamento teológico de la profecía de condenación dado por Abdías contra el pueblo de Edom. La razón de esa condena fue la traición que cometió Edom contra su hermano Israel/Judá. Edom se colocó del lado de los enemigos de Israel en el momento en que Jerusalén y Judá estaban viviendo en gran angustia. En palabras de Abdías, la visión de Dios, esta actitud de Edom, fue una crueldad contra Israel.

Como vimos en la introducción al estudio de esta profecía, Esaú era el hermano gemelo de Jacob/Israel. Entre los hermanos tiene que haber protección y cuidado especial por el hecho de ser hermano, Romanos 12:10. Esa protección debía ser parte de la conciencia fraternal y moral, pero Edom había abandonado estas prácticas. No proteger a tu hermano, no apoyarlo, pero además asociarse con los que se levantan contra él, es crueldad. La sentencia es definitiva y el castigo es que no habría ninguna esperanza. Edom sería avergonzado por el Señor, porque él había abandonado los principios básicos de la relación humana.

El mensaje por el desprecio, vs.11

Cuando tus parientes fueron invadidos, te mantuviste al margen y te negaste a ayudarlos. Los invasores se llevaron sus riquezas y echaron suertes para repartirse Jerusalén, pero tú actuaste como un enemigo de Israel.

El versículo 11 destaca cómo había sucedido esta crueldad edomita. Es probable que Abdías se refiriera a algún acontecimiento histórico, como vimos en la introducción, o en los días del rey Joram o en los días de la invasión de Babilonia, cuando Jerusalén fue mancillada por el enemigo. Cuando tomaron la ciudad y se llevaron a muchos judíos cautivos. Sea cuando sea que ocurrió este siniestro, esta derrota israelí, los edomitas no cumplieron el mandamiento de conciencia moral y el deber de hermano. La protección de su gemelo. Pero más allá de eso Abdías también dijo que la indiferencia, la insensibilidad edomita frente a la desgracia de los Israelitas fue más allá. Los edomitas se aprovecharon de las circunstancias y se comportaron como enemigos; también saquearon a sus hermanos que estaban sufriendo.

Frente a esta actitud, el profeta Ezequiel fue usado por Dios para también advertir a Edom, con estas palabras: “Así ha dicho Jehová el Señor: Por lo que hizo Edom, tomando venganza de la casa de Judá, pues delinquieron en extremo, y se vengaron de ellos; por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Yo también extenderé mi mano sobre Edom, y cortaré de ella hombres y bestias, y la asolaré; desde Temán hasta Dedán caerán a espada. Y pondré mi venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, y harán en Edom según mi enojo y conforme a mi ira; y conocerán mi venganza, dice Jehová el Señor”, Ezequiel 25:12-14.

Reprobar el orgullo, vs. 12-14

No debiste alegrarte cuando desterraron a tus parientes a tierras lejanas. No debiste gozarte  cuando el pueblo de Judá sufría semejante desgracia. No debiste hablar con arrogancia en ese terrible tiempo de angustia. No debiste saquear la tierra de Israel mientras ellos sufrían semejante calamidad. No debiste regodearte de su destrucción mientras sufrían semejante calamidad. No debiste robar sus riquezas mientras sufrían semejante calamidad. No debiste pararte en la encrucijada  para matar a los que intentaban escapar. No debiste capturar y entregar a los sobrevivientes en su terrible tiempo de angustia.

Antes de analizar estos versículos, examinemos lo siguiente: ¿Por qué Dios se identifica a sí mismo en las Escrituras, como el Dios de Jacob, su pueblo? Al estudiar la historia de estos pueblos vemos que existieron grandes contrastes entre Jacob y Esaú. Jacob fue sin duda una persona egoísta y engañadora. Entonces, ¿Por qué no se presenta Dios, como el Dios de Esaú? Para responder a esta pregunta debemos comprender una valiosa lección. Dios no piensa como nosotros pensamos. Dios no actúa de acuerdo a nuestra visión. Esta elección de Dios es una manifestación de su gracia y soberanía. El hombre nunca tendrá suficiente mérito delante de Dios como para actuar de manera diferente. Así como David, que cometió adulterio y asesinato, fue considerado para ser un hombre conformado al corazón de Dios; así como Pablo perseguidor de la iglesia, fue elegido para llevar el Evangelio a los gentiles; así también Jacob, el engañador, fue escogido para ser padre de una nación de donde descendería el Mesías, Jesús, nuestro Salvador. Esta es una lección acerca de la soberanía y la gracia de Dios.

Debido a que Edom se condujo de manera no aceptable a los ojos de Dios, Edom sería avergonzado, fue advertido, y reprendido.

En estos versículos 12 al 14 encontramos siete razones por las que Edom fue condenado:

  1. No debió haber mirado con placer en el día en que su hermano estaba siendo quebrantado;
  2. No debió haberse alegrado de los hijos de Judá en el día de su quebrantamiento;
  3. No debió haber hablado a boca llena, el día de su angustia;
  4. No debió haber entrado por la puerta del pueblo de Dios en el día de su quebrantamiento;
  5. No debió haber echado mano los bienes de su hermano el día de su quebrantamiento;
  6. No debió haberse parado en las encrucijadas para matar a los que escapaban;
  7. No debió haber entregado a los que quedaron el día de la angustia.

Conclusión

¿No es cierto que a veces pareciera que actuáramos de la misma forma? Siempre tenemos que evaluarnos a la luz de las Sagradas Escrituras.

Estos pecados de Edom, que trajeron el juicio de Dios contra ellos deben ser comprendidos y no deberán ser practicados por aquellos que desean vivir una vida que agrada y glorifica el nombre de Dios.

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