Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen. Pr 6.23

La recompensa de esperar

"Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, El pueblo que él escogió como heredad para sí. Desde los cielos miró Jehová; Vio a todos los hijos de los hombres; Desde el lugar de su morada miró Sobre todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; Atento está a todas sus obras. El rey no se salva por la multitud del  ejército, Ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo; La grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia, Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová; Nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, Según esperamos en ti". Salmo 33:12-­22.

Todos hemos experimentado, muchas veces, la espera en consultorios médicos, en el tráfico, colas de pago o bancos. Una vez allí, no tenemos nada que hacer más que esperar pasivamente nuestro turno. En el reino de Dios, la espera se define como una quietud activa, activa porque seguimos presentando nuestra situación actual, y quietos porque estamos centrando nuestra atención en Él esperando recibir orientación. Un estilo de vida de quietud activa requiere una actitud decidida y expectante, un estado de ánimo paciente y determinado, y un corazón obediente y que ora.

Hay recompensas para el que espera en el Señor. Una de ellas  consiste en recibir la fortaleza sobrenatural necesaria para llevar una vida piadosa. Cuando nos sentimos abrumados, podríamos estar tentados a salir del paso con Dios. A pesar de que sabemos que Él nos llama a mantener un ritmo constante, podemos comenzar a rezagarnos. También sucede que nuestros horarios nos dejan poco tiempo para meditar, entonces tomamos decisiones rápidas, colocándolo a Él de lado. En cualquier caso, nos arriesgamos a quedar cansados y agotados emocionalmente porque estamos operando bajo nuestras propias fuerzas. Esperar pacientemente en Dios nos traerá la energía física y actitud emocional necesaria para seguir adelante.

Además hay dos beneficios adicionales para el que  espera: descubre la voluntad de Dios, que es siempre para nuestro bien (Romanos 8:28.), y obtiene la victoria espiritual sobre las pruebas de la vida.


Nuestro Dios omnisciente y omnipotente siempre está a tiempo. Somos nosotros los que salimos muy temprano o llegamos demasiado tarde. Piense en alguna situación en la que usted está tentado a desafiar el tiempo perfecto de Dios. Entonces sométase a él; darse cuenta del problema es una cuestión de confianza.

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