“Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor” (Efesios 4:1-2).
Nuestra ira debe estar bajo control y debería producirse sólo por razones correctas. Anteriormente les he escribí acerca de la mansedumbre; se podría pensar que los cristianos siempre deben estar en silencio y con una actitud pasiva, nunca llegar a molestarse o enojarse por nada. En realidad, los creyentes tienen derecho a enojarse, pero sólo bajo ciertas condiciones. Efesios 4:26 dice: "Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo". Así que hay un cierto tipo de ira que no es pecaminosa. Deberá estar bajo control, y deberá ser resuelta con prontitud.
Proverbios 25:28 dice: "Como una ciudad cuya muralla ha sido derribada, es el hombre cuyo espíritu no tiene freno". Alguien que está fuera de control es vulnerable. Cae en toda tentación, en fracaso y debilidad. Por otra parte, "Es mejor el que tarda en airarse que el fuerte; y el que domina su espíritu, que el que conquista una ciudad". (16:32). El que domina su espíritu tiene el poder y la energía, pero mantiene bajo control. Ese mismo poder y la energía fuera de control crea nada más que caos y maldad. Los que se enojan fácilmente, no son apacibles.
La persona apacible, por otro lado, controla sus energías y fuerzas, pero tienen un lado difícil. Ellos no respaldarán el pecado o dejarán de condenar el mal. Siendo que la persona apacible se somete a Dios, él se enoja por cosas que ofenden a Dios, no a sí mismo. Si alguien lo ofende personalmente, él no busca venganza. Pero cuando Dios es blasfemado, el león ruge en él. Esa ira se llama justa indignación. Bajo el control de Dios, la ira reacciona solo cuando debería reaccionar, por la razón correcta, y por cierta cantidad de tiempo.
Si usted es propenso a enojarse por las razones equivocadas, pida perdón y fortaleza a nuestro Dios, de manera que pueda aprender a comprometerse a ser apacible cuando habitualmente estalla en ira. Ahora bien, si no se enoja cuando ve mal, sino que se complace y deleita con los que le acompañan, entonces pídale a Dios que lo haga más sensible a lo que Él odia.
El libro de Éxodo capítulo 32 describe el momento cuando Moisés estaba recibiendo la ley de Dios en el Monte Sinaí; al mismo tiempo los israelitas estaban involucrados en la idolatría y el libertinaje. ¿Recuerda usted cuál fue la reacción de Moisés frente ese pecado? ¿Guardó Moisés rencor contra ellos (vv. 31-32)? ¿Cómo puede el ejemplo de Moisés ser un modelo para su vida?
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