"Permanezca el amor fraternal" (Hebreos 13: 1).
Para ser un testimonio para el mundo, los cristianos tienen que vivir lo que ellos profesan. El mundo toma su concepto de Dios, sobre todo, de aquellos que dicen que pertenecen a la familia de Dios. Ellos leen grandes composiciones en lugar de leer la Biblia. El mundo no ve, no discierne las cosas que pertenecen al reino, ellos sólo han oÃdo acerca de Jesucristo. La sana doctrina bÃblica, tan importante y fundamental como es, no es apropiada en sà misma para influenciar al mundo hacia el evangelio de Cristo.
Los cristianos de hoy podrÃan aprender mucho de los primeros cristianos, cuyas vidas eran una reprimenda a la inmoralidad de las sociedades inmorales y paganas alrededor de ellos. Los incrédulos en esas culturas hallaron extremadamente difÃcil encontrar faltas en los cristianos, porque cuanto más los observaban, más veÃan a los creyentes viviendo los elevados estándares morales del cristianismo practicado.
Los cristianos en esos dÃas eran obedientes a la instrucción de Pedro: "Porque asà es la voluntad de Dios, que haciendo el bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos" (1 Pedro 2:15). También siguieron el consejo de Pablo a Tito: "mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad, con palabra sana e irreprochable, para que el adversario sea avergonzado y no tenga nada malo que decir acerca de nosotros" (Tito 2:7-8).
Jesús mandó a sus discÃpulos originales y a nosotros, "Asà alumbre vuestra luz delante de los hombres de tal manera que ellos puedan ver las buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mateo 5:16). Por supuesto, Jesús tenÃa en mente las buenas obras que eran genuinas y que procedÃan de una base de la buena enseñanza. Estos versÃculos nos debe recordar por tanto, que la doctrina y la práctica deben ir de la mano. El autor de Hebreos cambia naturalmente de la doctrina y exhortación general a las advertencias especÃficas del capÃtulo 13. El amor entre los creyentes es su punto de partida, y debe ser también el nuestro, en tanto que buscamos dejar una huella creÃble y digna ante el mundo que nos observa.
PÃdale a Dios que le ayude a mantener un equilibrio bÃblico entre la doctrina y la práctica. Ore para que Él corrija las áreas especÃficas en las que usted ha estado viviendo fuera de balance.
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