"En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Efesios 1:11).
Dios tomó la iniciativa en la salvación eligiéndole a usted y concediéndole la fe salvadora. En Efesios 1:4 Pablo dice que Dios "nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él". En el versículo 11 reitera esta maravillosa verdad al afirmar que los creyentes han sido predestinados a la salvación según el propio propósito y la voluntad de Dios.
Muchos rechazan la enseñanza de que Dios escogió (predestinando) a los creyentes a la salvación. Ellos piensan que los creyentes escogieron por Dios. En cierto sentido tienen razón: la salvación implica un acto de la voluntad de apartarse del pecado para abrazar a Cristo. Pero el tema de la predestinación es más profundo que eso. Es una cuestión de iniciativa. ¿Dios lo escogió sobre la base de su fe en Él o lo hizo Él, escogiéndolo, porque permitió que usted respondiera en fe?
La respuesta está clara en la Escritura. Romanos 3:11 dice que no hay quien busque a Dios por su cuenta. Las personas no regeneradas no tienen capacidad para comprender la verdad espiritual. Todo es una locura para ellos (1 Corintios 2:14). Ellos están espiritualmente muertos (Efesios 2:1), ciegos ( 2 Corintios 4:4), e ignorantes (Efesios 4:18.).
¿Cómo pueden las personas en esa condición iniciar la fe salvadora? ¡No pueden! Es por eso que Jesús dijo: "Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.... Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y el que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:44, 37). Pablo añadió: "Dios... Nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad" (2 Timoteo 1:9).
Dios tomó la iniciativa. Él le eligió y le dio la fe salvadora (Efesios 2:8-9). Entonces regocíjese en esa verdad y descanse en el poder de Dios que conforma todas las cosas a su voluntad. Saque fuerza y confianza de las promesas que están en Su palabra, la cual nos asegura que Él nunca nos abandonará (Juan 10:27-29). Entonces viva cada día como un elegido de Dios rehuyendo al pecado y buscando la santidad. Gloria a Dios por depositar su amor sobre nosotros y concedernos la salvación; oremos pues por la salvación de otras personas y busquemos oportunidades para compartir a Cristo con ellos.
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