Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Efesios 2:1-3
La gracia es el amor inmerecido que Dios muestra a los pecadores. Él expresó este amor a través de la muerte expiatoria de su Hijo. Se convierte en nuestra cuando confesamos que somos pecadores y recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador. Debido a la gracia, somos perdonados por Dios y adoptados en Su familia.
El pasaje arriba mencionado describe nuestra vida antes de la gracia; dice que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. Esto significa que cada persona nace con impotencia para relacionarse con Dios; venimos a este mundo sin vida espiritual. Paradójicamente nacemos muertos espirituales. Nuestra naturaleza viene inclinada a alejarnos de Dios y hacia nosotros mismos. Además, nuestro pensamiento y comportamiento siguen al mundo, que, según la Escritura, está bajo el control de Satanás. Su plan siempre se opone a Dios y nos lleva a rebelarse en contra de los mandamientos divinos.
Antes de encontrarse con la gracia, Pablo era muy religioso, pero ciego a la perspectiva y el plan del Señor. Se opuso activamente a aquellos que seguían a Cristo (Hechos 26:9-11). Con el objetivo de destruir la iglesia, él buscaba erradicar la fe cristiana, que él consideraba falsa. Pablo continuó persiguiendo a los creyentes hasta que se encontró con Jesús en el camino a Damasco (9:3-6). Sólo entonces el futuro apóstol rindió su voluntad a la de Dios, y se convirtió en un verdadero seguidor de Cristo.
Si usted no ha creído en el Salvador, entonces usted está muerto espiritualmente, separado de Dios, y bajo Su juicio. Al igual que Pablo, puede ser muy religioso pero carece de una relación personal con Jesucristo. Dios le ofrece la salvación hoy a través de fe en Él. ¿Cómo va a responder?
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