"Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado" 1 Pedro 1:13.
Gloria a Dios, el sosiego está por venir. Antes de lo esperado usted y yo recibiremos la "herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos" (1 Pedro 1:4). Cuando llegue, comprenderemos plenamente el significado de esa fe más preciosa que el oro (1 Pedro 1:7). Aquí es donde el apóstol Pedro desea que descanse su esperanza.
Pero ahora es un tiempo de guerra y no de paz. Es un momento para conducirnos por fe, no por vista. Es un momento de dolorosas pruebas que evalúen la autenticidad de nuestra fe (1 Pedro 1:6-7). Así que es el momento de prepararnos para la acción de la batalla, momento de mantenernos preparados y alertas.
En el presente las batallas no son contra "carne y sangre", es decir en contra de personas, aun cuando estas sean el instrumento utilizado; sino que nuestras batallas son "contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12), y el engaño del pecado (Hebreos 3:13). Y estas dos fuerzas van a tratar de utilizar las emociones en contra nuestra. Por lo que podría ser útil, a modo de preparación, recordar el propósito de las emociones para que podamos luchar con mayor eficacia y saber cómo contrarrestarlos.
Dios diseñó las emociones como instrumentos indicadores, no como guías o recomendaciones a seguir. Tienen la intención de informarle, no dictaminarle. El diseño de sus emociones (no inducido por cafeína o cualquier otro estimulante) nos dará la medición de donde está puesta nuestra esperanza, ya que están conectadas a nuestras creencias y valores y a la magnitud de estas. Es por eso que las emociones como el deleite (Salmo 37:4), amor (Romanos 12:10), temor (Lucas 12:5), ira, enojo (Salmo 37:8), alegría (Salmo 5:11), etc., son tan importantes en la Biblia. Revelan aquello que amamos, creemos y tememos en nuestro corazón. Podríamos decir entonces que aquello que nos produce placer es la dimensión de nuestro tesoro, porque la emoción del placer es un indicador que te informa aquello que amas.
Pero debido a que nuestras emociones están conectadas con nuestra naturaleza caída, así como con nuestra naturaleza regenerada, el pecado y Satanás tienen acceso a ellos y los utilizarán para tratar de manipularnos y convencernos de actuar perdidamente. Es por eso que nuestras respuestas emocionales a la tentación pueden parecernos como imperativas (debes hacer tal o cual cosa...) en lugar de indicativas (esto es lo que me está advirtiendo...). Sólo recuerde, eso es engaño.
Las emociones no son órdenes; ellas no son nuestro patrono. Ellas son avisos; son advertencias. Es por eso que Pablo escribió: "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias" (Romanos 6:12).
Así que atendamos hoy al consejo de la Palabra: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8). Él le hará promesas y/o tribulación en su contra. Él probablemente intentará golpear ligeramente sus áreas débiles de incredulidad, entonces se dará cuenta que sus emociones están creciendo en la dirección equivocada.
Cuando esto le suceda no quede extremadamente impresionado. Y recuerde que sus emociones son medidores no guías. Permita que le señale por donde está siendo atacado para que pueda luchar tomando "toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo" (Efesios 6:13). Acérquese a un hermano, pastor, consejero de confianza para tener un tiempo de oración, mayor perspectiva y/o consejería, si es necesario.
Siempre tenga presente que "esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (2 Corintios 4:17) y muy pronto, va a terminar. Y las riquezas de nuestro poderoso Dios, será nuestra mayor y más grande recompensa, será toda la herencia que necesitaremos por siempre.
Espere completamente en eso. Que Dios te bendiga.
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