Cuando Martín Lutero comenzó a argumentar que nuestra justificación ante Dios es solo a través de la fe, se puso en marcha la Reforma protestante. Pronto las "disputas" y "reuniones" se llevaron a cabo en varios lugares, y Lutero y sus seguidores fueron empujados a defender sus "nuevos" puntos de vista (que no eran en realidad sino una clara manifestación de la antigua fe de la iglesia). Los oponentes católicos de la Reforma intentaron demostrar que los puntos de vista de Lutero no habían sido enseñados en los concilios de la iglesia.
Lutero y los reformadores respondieron que los concilios no contradecían explícitamente la doctrina de la Reforma, y lo más importante, que los credos y los concilios no eran infalibles. Sólo la Biblia, dijeron los reformadores, es infalible y absolutamente autoritativa.
Llamamos a la doctrina de la justificación por la fe el principio sustancial de la Reforma, ya que la doctrina es la "sustancia" o el contenido de la reforma. Llamamos a la doctrina de la supremacía de la autoridad de las escrituras el principio protocolario de la Reforma, porque esa doctrina es la base sobre la cual todo lo demás se construye. La doctrina de la máxima autoridad de la Biblia no quiere decir que no hay autoridades secundarias en la vida, como los padres, los gobernadores, los líderes de la iglesia. Lo que sí significa es que la Biblia y solo la Biblia es la autoridad final y definitiva para nuestras vidas.
Los católicos romanos respondieron afirmando que la única manera de saber lo que debía ser incluido en el "canon" de la Biblia era lo que la iglesia decidía que era canónico y lo que no era. No es así, dijeron los reformadores. Los padres de la iglesia afirmaron que habían "recibido" el canon de las Escritura (la lista de libros autoritativos), en lugar de haberlos "establecido". Cuando recibimos a Cristo como nuestro Señor, eso no quiere decir que lo hacemos Señor o que tenemos autoridad sobre Él. El Padre lo puso por Señor, y simplemente nos limitamos a reconocer ese hecho. Del mismo modo, cuando los padres de la iglesia recibieron la Santa Escritura, ellos no reclamaron tener ninguna autoridad sobre ellas. Muy por el contrario: ellos postraban sus rodillas delante de la máxima autoridad de las Escrituras.
Inclinarse ante la autoridad de la Escritura no es una noción intelectual, abstracta. Como todas las ideas que tienen consecuencias, la consecuencia suprema de esta controversia fue el surgimiento de la iglesia protestante. Las personas de convicción deben tomar decisiones serias. Pregúntese si usted lo entiende, y luego colóquese bajo la autoridad de las Escrituras.
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