Los demonios son ángeles caídos. Satanás tomó algunos de los ángeles con él, un tercio de ellos, según Apocalipsis 12:4. La caída de Satanás del cielo es descrita simbólicamente en Isaías 14:12-14 y Ezequiel 28:12–15. Judas 6 menciona también a los ángeles que pecaron. Entonces, bíblicamente, los demonios son ángeles caídos que, junto con Satanás, escogieron rebelarse contra Dios.
En relación con el carácter y la naturaleza de los demonios:
- Los demonios han caído del favor de Dios (Mateo 25:41; Apocalipsis 12:7-9). Ellos eligieron rebelarse contra Dios (Judas 6).
- Fueron creados buenos (Génesis 1:31).
- Ellos reconocen a Cristo como Señor (Marcos 1:23-24).
- Santiago 2:19 nos dice que ellos también saben que hay un solo Dios verdadero y le temen.
- Mateo 10:1 dice que los demonios son impuros.
- También son violentos (Mateo 8:28).
En cuanto a su localización:
La Biblia revela que no están en el infierno como algunos suponen. Unos están encerrados en el abismo, esperando el día del juicio (Lucas 8:30-33; Apocalipsis 20:1-3), mientras que otros viven en libertad y se llaman demonios (Job 1:7). Satanás y muchos de sus demonios deambulan libremente. Mateo 12:24-27 y 25:41 parecen indicar que Satanás es el jefe de todos los demonios.
Las obras de los demonios incluyen:
- Buscar poseer cuerpos humanos, lo cual incluye morar en ellos y controlarlos (Lucas 11:24-26);
- Siendo muchos en número (Apocalipsis 12:3,4,9), la razón de la gran cantidad de actividad demoníaca, evidente en los días de Cristo, fue que Satanás estaba tratando de evitar su venida y la obra redentora; está misma actividad muy bien puede aumentar nuevamente antes de su segunda venida;
- algunos de los trastornos mentales y físicos, no todos, causados por los demonios (Marcos 5: 2-5);
- afligir lesionar a las personas; si es necesario utilizará los elementos de la naturaleza para alcanzar sus fines (Job 2: 7);
- ayudar a difundir falsas doctrinas (1 Timoteo 4:1; 1 Juan 4:1-3);
- obrar milagros engañosos (2 Tesalonicenses 2:9; Apocalipsis 13:13-14);
- animar y recibir todo el culto idolátrico (1 Corintios 10:20);
- influir en los gobiernos humanos (Daniel 10-12). Sin embargo, también sabemos que los demonios están sujetos completamente a la Palabra de Dios (Mateo 8:32) y que el mismo Satanás está limitado por el permiso de Dios (Job 1:12; 2:6).
En cuanto a la posesión demoníaca:
Es el poder de control de los demonios desde dentro del cuerpo de una persona (Lucas 8:30). La posesión puede tomar muchas formas, incluyendo síntomas similares al de la epilepsia, locura y prácticas ocultas como la adivinación. Muchos buenos cristianos debaten en cuanto a si los hijos de Dios pueden ser poseídos; sin embargo, si el Espíritu mora en un creyente, el "hombre más fuerte" no podría ser derrocado o co-habitado (Lucas 11:21-22; Mateo 12:29; 1 Juan 4:4). En cualquier caso, debemos sin duda vestirnos de toda la armadura de Dios con el fin de presentar defensa contra ellos (Efesios 6:12-20).
El exorcismo es la expulsión de demonios de la persona. El único consejo en la Escritura sobre este tema es que:
- no hay que enfrentarse al mundo espiritual con nuestras propias fuerzas o por nuestros propios esfuerzos (Judas 9);
- tenemos que proclamar el mensaje del Evangelio lo cual los lleva a estremecerse;
- tenemos que permanecer en la Palabra de Dios (como lo hizo Jesús cuando se enfrentó a Satanás);
- no tenemos que dudar de Dios (como lo hizo Eva con Satanás);
- debemos utilizar la oración y el ayuno (Marcos 9:29).
- En el creyente la influencia demoníaca es la influencia externa por medio de tentaciones, no desde el interior o de control.
La mayor parte de nuestro pecado es debido a nuestra propia naturaleza pecaminosa y no se puede culpar a los demonios; sin embargo, los demonios pueden influir en nosotros hacia el mal, ya sean creyentes o no creyentes. Éxodo 7:8-12 nos recuerda que Dios es más poderoso que el más fuerte de los demonios y las artes ocultas.
El destino final de los demonios:
es el tormento eterno y la miseria del lago de fuego (Apocalipsis 20:10; Mateo 25:41). Aunque no habitamos desmesuradamente en el mundo demoníaco (Filipenses 4:8), como cristianos, es de vital importancia tener en cuenta que estamos inmersos en una guerra espiritual (Efesios 6:12; 2 Corintios 10:3-5).
¿Estas vestido de toda la armadura de Dios en este momento? ¿Estás viviendo una vida de verdad, justicia y fe? ¿Dominas la única arma ofensiva que nos ha sido dada, la Palabra de Dios?
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