“Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor”. (Efesios 4:1-2).
Para llegar a ser más manso, comience por observar de cerca sus actitudes. Hemos señalado que la mansedumbre es esencial para aquellos que quieren caminar dignamente. Entonces, ¿cómo puedes saber si eres manso? Te voy a dejar algunas preguntas prácticas para que las evalúes con honestidad.
En primer lugar, ¿tiene usted control de sí mismo? ¿gobierna usted su propio espíritu (Proverbios 16:32), o pierde los estribos bruscamente? Cuando alguien lo acusa de algo, se defiende de inmediato, o está más inclinado a considerar si hay algo de verdad en lo que le acusan?
En segundo lugar, ¿te enfureces solamente cuando Dios es deshonrado? ¿Le desagrada y enoja el pecado o cuando la Palabra de Dios es pervertida por los falsos maestros?
En tercer lugar, ¿busca siempre hacer las paces? La persona mansa es pacificadora. Efesios 4:3 dice que estemos "procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz". ¿Si alguien cae en pecado, lo condenas o chismeas acerca de esa persona? Gálatas 6:1 nos da instrucciones de como tratar con hermanos que han, "restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado". Los chismes y la condenación dividen creyentes; el perdón y la restauración los unen. Las personas mansas no empiezan las peleas; ellos las terminan.
En cuarto lugar, ¿acepta usted las críticas sin tomar represalias? Ya sea que la crítica esté bien o mal, no se debe devolver el golpe. De hecho, podría más bien agradecer a sus críticos, porque la crítica podría mostrarle sus debilidades y ayudarle a crecer.
Por último, ¿tiene usted la actitud correcta hacia los inconversos? Pedro dice: "Más bien, santificad en vuestros corazones a Cristo como Señor y estad siempre listos para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia". (1 Pedro 3:15). Si somos perseguidos, es fácil para nosotros pensar, no pueden tratarme así, soy un hijo de Dios. Pero Dios quiere acercarnos a los inconversos con mansedumbre, tomando en cuenta que Dios también se acercó a nosotros con mansedumbre, antes de ser salvos (Tito 3: 3-7).
Considere cuidadosamente sus respuestas a estas preguntas, y comprométase a llevar una vida que se caracterice por la humildad, paciencia y mansedumbre. Recuerde que "un espíritu afable y apacible, es de grande estima delante de Dios". (1 Pedro 3:4). Si alguna de estas preguntas han señalado deficiencias en su mansedumbre, pida a Dios que fortalezca esas áreas.
Publicar un comentario